MI ESCUDO Y FORTALEZA
2
Samuel 22:3-4. “Dios
mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y el fuerte de mi
salvación, mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste. Invocaré a
Jehová, quien es digno de ser alabado, Y seré salvo de mis enemigos”
Mis
amados Seguir a Jesús no es una tarea fácil, pero nadie dice que debía
serlo. Servir a Dios, es más complejo que servir al mundo y en ese caminar
complejo, pero reconfortante y maravilloso con el Señor, encontraremos retos
que deberemos enfrentar, como por ejemplo el cuestionamiento de nuestra fe por
parte de personas a nuestro alrededor.
Saben
cuando encontramos este tipo de retos, podemos sentir que nuestro camino es
demasiado arduo de transitar y podemos retroceder en nuestro obrar diario como
siervos fieles en Cristo. En ese momento debemos recordar una verdad
irrebatible: La promesa de Dios no es que no tendremos cargas en el
camino; su promesa es la de fortalecernos de forma tal que podamos llevarlas y
superarlas, por medio de la fe y esperanza, en Él y su palabra.
El
Señor no nos hará libres de cargas, pero en cambio nos dará los dones necesarios
para sostenerlas. Dios no nos eximirá de los conflictos, pero nos hará capaces
de superarlos. No nos liberará de todas las angustias, pero restaurará en
nosotros la calma y sabiduría para retomar la alegría. Como decía el versículo de
ayer que, Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado
de vosotros 1 Pedro 5:7
Cuando
ejercitamos los dones de la paciencia, compasión, amor genuino y verdadero a
nuestros hermanos, proceder sincero con los demás y actuación con la verdad,
damos a nuestro ser, la maduración espiritual que necesitamos para vivir una
vida de satisfacción plena y en gracia a Cristo.
Es
ese el verdadero camino de la vida en fe: vivir cada día con el
corazón confiado y regocijado en el Señor ante cualquier circunstancia.
DIOS
TE BENDIGA.
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