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domingo, abril 01, 2018

UN HOGAR FERTIL



El HOGAR DEBE SER UN CAMPO FÉRTIL DONDE FLOREZCA EL AMOR QUE SANA Y  RESTAURA


1 Pedro 4:8

Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.



Mis amados el hogar no debe ser un campo de batalla que mata a sus heridos, sino un hospital que cura a sus enfermos. La familia es el lugar en el cual aquellos que han caído pueden levantarse. Es el escenario en el cual el perdón triunfa sobre el dolor y la reconciliación prevalece sobre la hostilidad.

Mis amados hoy vemos con tristeza muchas familias en crisis, muchos matrimonios deshechos, muchos hogares destruidos. Observamos, con lágrimas en los ojos, padres sublevándose contra los hijos e hijos matando a sus padres. Constatamos con profundo dolor una inversión de valores en la familia: las cosas sustituyendo las relaciones y la avaricia destronando el amor.

No podemos estar de acuerdo con esa marcha ignominiosa. Necesitamos poner el pie en el freno e impedir esa carrera galopante rumbo al desastre. El hogar no puede ser el territorio del dolor y de la indiferencia, de las peleas rabiosas o del silencio frío. El hogar debe ser un paraíso en la tierra, un jardín en el desierto y una antesala del cielo. El hogar debe ser un campo fértil donde florezca el amor que sana y restaura, que perdona y olvida, que bendice y celebra. El hogar es el lugar donde los perdidos son hallados y los que estaban muertos en sus delitos y pecados reciben vida y restauración. El hogar es el lugar donde lloramos nuestros dolores y celebramos nuestras victorias. El hogar es el lugar donde somos amados no solo por causa de nuestras victorias, sino a pesar de nuestros fracasos.


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